Punctum

Un arte sin artista, ¿puede seguir siendo un arte? Hablo de las fotos de familia en general. Existen muchas contradicciones respecto a este tipo de representación que, “en la medida que se elimina el esfuerzo, corre el riesgo de despojar a la obra del valor que se pretende conferirle respondiendo a los criterios del trabajo logrado.”[1]. Bourdieu considera estas fotografías como un gusto bárbaro porque no van según las reglas establecidas por las instituciones artísticas, frente a otras artes más nobles.

Este tipo de fotografías no tienen nada de trivial, son totalmente convencionales y regidas por comportamientos socialmente establecidos[2]. Esto se desarrolla con una estética llena de prohibiciones y de reglas que, si se rompen, voluntaria o involuntariamente, se consideran fotos fallidas. Es justo en estas fotos en las que me he fijado. Las fotos propias de álbumes y marcos las he “desechado”, rescatando de cajones aquellas que por tener ese tipo de fallos no han tenido ninguna apreciación, han sido desechadas y olvidadas. Lo encuentro como un mundo paralelo al vivido, donde hay imágenes que viven por sí mismas, sin necesidad de que las coloquemos en álbumes, las enmarquemos o se las enseñemos a nadie. Estas imágenes tienen un contenido detrás mucho más fuerte, más comunicativo y sobre todo, lo más importante, más REAL. Con estas fotos no se intentaba engañar a nadie, ni esquivar nada, son lo que son y como se ven, sin necesidad de que nadie explique nada más.

Este proyecto tiene un proceso a través del cual, la imagen queda estructurada en las distintas historias que nos puede relatar ya que tienen por sí solas un conducto narrativo. Y esa historia parte de lo que Roland Barthes llama el PUCTUM. Es ese detalle que te “punza”, que te deja inquieto o que simplemente hace que no pase desapercibida.

 

A pesar de tener una apariencia fría, no dejan de tener ese carácter melancólico de este tipo de fotos. “Una melancolía trasformada en surrealismo, no por el distanciamiento de la foto, sino por la consagración y admiración del mismo (…). Con estas fotos no hago más que relacionarme con el mundo y aceptar el mundo, no sólo comprenderlo, sino COLECCIONARLO”.[3] Finalmente esa melancolía se convierte en la esencia de la foto.

[1] Bourdieu, Pierre. Un arte medio. Ensayo sobre los usos sociales de la fotografía. Ed. Gustavo Gili. Barcelona. 2003. P. 140.

[2] Bourdieu, Pierre. Un arte medio. P. 47.

[3] Sontag, Susan. Sobre la fotografía. Ed. Alfaguara. Madrid. 2007. P. 120.